Cuando la muerte es graciosa

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O quizás podríamos escribir también... ¿cuándo la muerte es graciosa?

Las muertes nunca son algo bueno, ya que implican una grave pérdida emocional para los familiares y amigos del fallecido. Sin embargo, ¿puede la muerte a veces pasar de ser un hecho trágico a ser un hecho gracioso? Bien, me pregunté eso así que comenzé una búsqueda por el ciberespacio sobre noticias de muertes que hayan ocurrido en circunstancias y/o contextos extraños y, por lo tanto, tengan algún aspecto humorístico.

Tal es el caso, por ejemplo, del austriaco Hans Steininger (foto arriba) que era famoso en el siglo XVI por ser el hombre con la barba ¨más larga del mundo"(1 metro y medio). Sin embargo, un día hubo un incendio en su ciudad y por querer huir, Hans se tropezó con su barba y se rompió el cuello. Murió a causa del incendio poco después.

El noble y astrónomo danés Tycho Brahe sufrió una muerte que seguramente muchos se han preguntado varias veces si es posible. Y es que durante una cena bastante larga en 1601 se aguantó durante tanto rato las ganas de orinar que su vejiga terminó por desistir y le produjo una infección de la que murió.

El 25 de enero de 1979 se produjo la primera muerte por un robot. Robert Williams fue “asesinado” por el robot que él mismo había construido cuando este le pegó con su brazo mecánico -dicen que- accidentalmente, en la cabeza.

En el 2006, el famoso experto en vida salvaje australiano Steve Irwin murió cuando la cola de una mantaraya le atravesó el corazón mientras filmaba un documental. Fue irónico, ya que ese era de los animales que más estudiaba y le apasionaba.

Vamos hacia un caso de suicidio, y uno sumamente particular. Christine Chubbuk, una presentadora de televisión americana sufría de depresiones hacía tiempo y el 15 de julio de 1974 a las 9:38 p.m. se suicidó en un programa en vivo, en el que ella era la protagonista, pegándose un tiro en la cabeza con un revolver (he intentado encontar el video del suicidio pero esta censurado en todas partes).

Por último, para hablar de un caso reciente, está Lee Seun Seoup, un coreano que en un “Internet café” estuvo jugando durante 50 horas el videojuego “Starcraft” y aparentemente murió por daños fuertes en los ojos y además, por el enorme esfuerzo que tuvo que hacer el cerebro al realizar semejante acción.

Estos son solamente algunos de los miles de casos que ha habido durante toda la historia y que siguen impresionando a la gente hasta hoy. Tales accidentes nos hacen reflexionar sobre cómo las personas a veces mueren de las maneras más increíbles e inesperadas posibles y cómo la muerte, que es lo peor que le puede pasar a la vida, ya que es su fin, puede llegar en circunstancias sumamente extrañas y absurdas que pueden ser noticias de un risueño y negro interés para la comunidad.

¿Acaso debemos considerarnos "malos" por reírnos de estas muertes o de sus circunstancias? Tal vez los más cristianos puedan considerarlo así; pero lo cierto es que después de leer toda esta clase de cosas, resulta casi imposible no reírse a pesar de que sea un tema tan grave, y al fin, es como si la vida no diese una razón más para sonreír y que el humor se pueda encontrar en todas partes y en todos los momentos.

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